Revisando notas de cuando fui estudiante y luego profesor, encontré un artículo publicado hace varios años en la revista del Círculo de Periodistas y Comunicadores Sociales de Antioquia, Colombia, en el que su autor describe algunos fundamentos y nociones sobre comunicación que deseo compartir, ahora que todo el mundo le ha añadido diversos significados y propósitos, existe una “nueva realidad” y las redes sociales son parte de nuestra vida.
Empecemos. En el sentido más básico de la actuación humana, ¿qué se entiende por comunicación?
De manera general, el sociólogo Yves Winkin señala que la comunicación tiene que ver con “la acción de comunicar algo a alguien”, “la cosa que se comunica”, “la acción de comunicarse con alguien”, “el paso de un lugar a otro” y “toda relación dinámica que interviene en un funcionamiento”.
La teoría matemática de la comunicación, formulada por Claude Shannon, aparece en 1949 con la pretensión de explicar el funcionamiento del telégrafo, enriqueciendo la noción de retroacción (feedback) desarrollada por Harry Wiener un año antes, en Cybernetics.
El modelo telegráfico (emisor, receptor, código, mensaje, retroalimentación) tomado de la ingeniería es “adaptado” por Roman Jakobson a las ciencias sociales, en 1960.
Desde entonces, la mayoría de teóricos de la comunicación han utilizado el modelo para explicar la complejidad de las interacciones humanas, siendo una de las razones de su éxito y uso frecuente su practicidad para explicar la comunicación masiva, principalmente la que transita por la radio y la televisión.
La investigación de la comunicación adquirió una relevancia mayor en Estados Unidos a partir de 1950, concentrándose en la modalidad interpersonal, por su inherencia a la evolución de la especie humana. Toda la investigación de la comunicación interpersonal, fundamento de las otras modalidades, entre ellas la masiva, es realizada por profesionales de otras disciplinas, tal el caso de los antropólogos Ray Birdwhistell, pionero del estudio de la comunicación gestual y Eduard Hall, desarrollador de la teoría proxémica, relativa al uso del espacio como forma de comunicación, y el siquiatra Albert Scheflen.
Resultado de las investigaciones se logró fundamentar que:
- La comunicación humana no se reduce a un esquemático intercambio de palabras (producción de sonidos y percepción de los mismos) sino que la misma ocurre en todos los niveles sensoriales porque involucra interacción corporal, como el tacto, las relaciones espaciales, el olfato y la mirada, entre otros.
- Hay una profunda conexión entre la manera de cómo se comunica un grupo y su cultura (modo y sistema de vida) en el sentido antropológico del concepto, que implica todos los aspectos materiales y espirituales que caracterizan e identifican las prácticas cotidianas de una comunidad humana.
Desde esa perspectiva, la comunicación se dimensiona desde una visión integradora englobando las otras modalidades, como la masiva, y ahora, la online.
Derivado de lo anterior, la comunicación la constituyen las diversas formas de interacción y relación
que establecen las personas de una o varias comunidades humanas, concretándose a través de ella, la vida social. En otras palabras, la comunicación es el proceso por el cual una comunidad humana en particular produce y reproduce todo el sistema de vida que la caracteriza e identifica y que genéricamente llamamos cultura, permitiéndole a la comunidad servirse de ella para cohesionarse y regular sus relaciones.
Yves Winkin destaca que “en la cultura el acento se pone en la estructura, en tanto que en la comunicación se pone en el proceso”.
De acuerdo con Umberto Eco, “la cultura debe estudiarse como un fenómeno de comunicación fundada en sistemas de significación. La ilustración simple de esta noción se hace con el paracaídista que cae en un sitio desconocido de la tierra. En esa circunstancia, los pobladores le comunicarían al sujeto quienes son y como viven a través de la figura de sus cuerpos, gestos y actitudes, la manera de relacionamiento en el espacio, la vestimenta y los accesorios que portan, los objetos que usan, su organización social, sus costumbres, la manera de hablar y por supuesto, con sus palabras”.
Algo similar ocurre hoy con usted y conmigo, que a diario y en todo momento, nos ponemos en escena para cada ritual: usamos determinadas prendas para el trabajo, otras para dormir, otras para los días de descanso, otras para hacer deporte, otras para estar en casa y otras para un largo etcétera.
Solemos creer que sólo comunicamos con las palabras, sin embargo es preciso entender que cada una de nuestras acciones no es gratuita ni caprichosa, pues nuestro comportamiento, como lo señala Albert Scheflen, “está programado por la cultura, con dos implicaciones: i) actuamos con base en reglas; y, ii) las reglas las aprendemos consciente o inconscientemente en los procesos de socialización”. Seguramente por esa razón es que los gerentes tienen “cara de gerentes” y los políticos “cara de políticos”.
Cada quien aprende a cumplir un rol y la manera como lo hace genera una significación para quienes interactúan con él, lo cual es reforzado por el modo de actuar y su vinculación con el discurso y el vocabulario que le son propios.
La comunicación como proceso central de la cultura se enriquece con la aportación de Paul Watzlawick cuando señala que “la comunicación está constituida por informaciones y relaciones y que el sentido de ambas está condicionado por el contexto en el que ambas se producen”. ¿Desea mejorar la efectividad de sus procesos comunicativos? Empiece por una “lectura correcta” del contexto para diseñar su estrategia y planeación, independientemente de la modalidad de la comunicación y los canales -off u online- idóneos de interacción.