Las diferentes redes sociales tienen entusiastas seguidores y acérrimos detractores. Mucho se ha dicho de los beneficios o perjuicios de las mismas. Cuando dejaron de funcionar Facebook, Whatsapp e Instagram, ese día hubo de todo: tensión, incertidumbre y muchos chistes y memes. Uno que me llamó la atención decía “con la caída de Whatsapp conocí gente maravillosa, viven en mi casa y dicen que son mi familia”. Un chiste ácido, pero con una dosis de verdad.
Marshall McLuhan dijo que toda innovación del hombre traía una mutilación. Figura retórica con la que ilustraba que los cambios provocados por la tecnología tarde o temprano terminaban afectando una función natural del ser humano. Por ejemplo, el invento de la bicicleta -y otros medios de transporte-, provocaron que las personas en general caminaran menos. Los enormes índices de obesidad actual le han dado la razón.
Tomando esta idea del filósofo y comunicador norteamericano, se puede afirmar que en este mundo hiper comunicado hemos ido perdiendo la capacidad de comunicarnos asertiva y adecuadamente. Vivimos en una especie de burbuja, llamada redes sociales, a través de las cuales “filtramos” el mundo. Pero la capacidad de comunicarnos se ha visto limitada o afectada.
Pero viendo la otra cara de la moneda, las redes sociales tienen un impacto importante en la economía mundial y por supuesto en la del país. Sirva un ejemplo; de acuerdo a un medio nacional el “apagón” que afectó a Facebook e Instagram implicó que cada PYME que invierte en publicidad digital perdiera Q935.75 ese día, es decir Q24.7 millones en total. Este dato me parece relevante en cuanto a la importancia de las redes y que debemos de aprender a gestionar la forma como las utilizamos, pues difícilmente vamos a poder prescindir de ellas.