[:es][vc_row css=”.vc_custom_1446498795175{margin-top: 75px !important;}”][vc_column][ultimate_heading main_heading=”El rol de la comunicación en tiempo de confrontación” main_heading_color=”#003f9c” alignment=”left” main_heading_font_size=”desktop:52px;” main_heading_margin=”margin-bottom:30px;”][/ultimate_heading][/vc_column][vc_column width=”2/3″][vc_single_image image=”6708″ img_size=”full” alignment=”center” css=”.vc_custom_1475512808412{margin-bottom: 15px !important;}”][vc_row_inner][vc_column_inner][vc_column_text css=”.vc_custom_1475536444191{margin-bottom: 30px !important;}”]
No todos los problemas tienen su indicador estadístico. Si lo tuvieran, el indicador de la responsabilidad que tenemos como ciudadanos de estarnos alejando de nuestras metas en vez de acercarnos a ellas, tendría un nivel muy alto.
Pareciera que como país tuviéramos una personalidad bipolar. Nos mantenemos entre la euforia de la expectativa y la frustración de la derrota. Necesitamos súper héroes para hacer volar nuestro espíritu pero cuando vemos que los actos de una persona no son sostenibles y cuando no van soportados por una infraestructura que los mantenga en el tiempo, regresamos a una visión secuestrada por la realidad. Al observar a una persona que se equivoca, la oportunidad es ideal para sacar nuestra furia desde nuestra autoimagen de auto-perfección, y subidos en nuestro pedestal de jueces, despedazamos al prójimo, creando una cultura de cangrejos polarizados que hablan pero que no hacen.
Si es difícil que dos personas se pongan de acuerdo, no digamos lo que significa que todo un país defina sus prioridades y delinee el camino a seguir. El desafío que tenemos como personas y en especial como comunicadores consiste en encontrar puntos de encuentro y proponer rutas en donde el recorrido pueda ser menos polarizante y más productivo para todas las partes.
En este espacio no pretendemos llegar a planteamiento de métodos de gran envergadura, pero sí a la propuesta firme de empezar por el primer paso: por nuestro metro cuadrado, nuestra área de influencia. Todos tenemos mucho que aportar como miembros de una familia, de una comunidad, de un lugar de trabajo y de un país.
¡Vaya compromiso!
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