Desde su origen etimológico, la diferencia entre uno y otro concepto trazan una línea muy precisa entre la acumulación de datos y la interpretación que se hace de los mismos. Esta separación parece evidente y sencilla de comprender, pero en esta era de hiperinformación, los dos términos se suelen usar indistintamente, lo que vuelve delicado la toma de decisiones.

Escrito por: Klara Campos

Información, según la RAE es “comunicación o adquisición de conocimientos que permiten ampliar o precisar los que se poseen sobre una materia determinada”. La voz proviene del latín informatio, que significa concepto, esquema o idea; o sea, uno o más datos referentes a un tema preciso, aislado y muchas veces, diferente a un contexto. Conocimiento, en cambio y según la RAE, es “entendimiento”, o sea, la comprensión del conjunto de informaciones sobre un tema en particular. Se origina en la voz latina gnoscere, que significa conocer y que deriva hacia el concepto “llegar a comprender”.

En esta época en que acumulamos información sobre diversos temas, convertir la data en conocimiento implica entendimiento de significados, contextos, antecedentes y consecuencias. ¿Qué método estamos aplicando para procesar y clasificar adecuadamente la información y convertirla en conocimiento? ¿Cuánta de esa información está verificada y nos da un sustento sólido para interpretar la realidad correctamente?

El físico estadounidense Richard Feynman – premio Nobel de Física en 1965 por sus aportaciones en electrodinámica cuántica- señaló en diversos momentos que la incorporación de información correcta y verificable es uno de los pilares más valiosos del conocimiento. La técnica para aprendizaje que utiliza el nombre de este científico, señala que primero se debe elegir el tema sobre el cual se pretende adquirir conocimiento, para enfocarse en la captación de data y sustentación; luego hay que poder explicárselo a un niño de 12 años para obligarnos a simplificar el contenido y definirlo de manera comprensible; a continuación, hay que condensar de manera comprensible las ideas derivadas y finalmente, es preciso organizar las conclusiones y revisarlas hasta llegar a un enunciado que cumpla con nuestra misión comunicativa.

Pueden existir informes y análisis que, por separado, constituyen valiosos apuntes, pero estos necesitan interpretarse, consolidarse y aplicarse para comprender lo que ocurre y lo que podría ocurrir. Luego, corresponde simplificar, sintetizar y revisar si el mensaje cumple su objetivo de comunicación.

Le invito a ser parte de quienes sus opiniones y decisiones las basan en conocimiento y no únicamente a partir de la información.