Sin emojis no suenas igual: la clave del tono online

Hace unos días, un amigo me hizo una consulta y al agradecerme le respondí con un simple “Ok.”. Yo solo estaba apurada, pero enseguida me preguntó: “¿Todo bien?”. Le aclaré en broma: “Sí, solo no puse emojis”. Entonces pensé: más de una vez me ha pasado (y también lo he pensado de otros) que la ausencia de un emoji cambia por completo la percepción del mensaje y estos reemplazan el tono de la voz. Lo curioso es que no es un malentendido aislado, sino un fenómeno muy común en la comunicación digital.

Escrito por: Fernanda Berganza

Cuando hablamos cara a cara, nuestro mensaje no depende solo de las palabras. El tono de voz, los gestos, las pausas y la expresión facial aportan gran parte de la información emocional de lo que decimos. De hecho, Albert Mehrabian, psicólogo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) dice que la comunicación no verbal representa alrededor del 93% del impacto total en una conversación. En un chat, todo eso desaparece. Y como el cerebro necesita llenar ese vacío, muchas veces interpretamos el texto en clave negativa: más frío, seco o cortante de lo que en realidad es. A esto se le conoce como pérdida de tono en la comunicación escrita o, en términos psicológicos, sesgo de negatividad. Esto es que cuando falta información emocional, solemos asumir lo peor.

Aquí entran los protagonistas de la era digital: los emojis. Que funcionan como el paralenguaje del chat, porque aclaran si algo lo decimos en broma, con cariño, con entusiasmo o con ironía. Por ejemplo, “Te llamo luego” puede sonar distante… hasta que le pones un “Te llamo luego 😉”. El emoji no cambia el contenido del mensaje, pero sí cambia totalmente su tono.


Lo que parece un detalle cotidiano en los chats personales tiene gran relevancia en la comunicación estratégica al escribir un correo, tuit, mensaje o un copy en redes sociales. Comprender este fenómeno permite diseñar lineamientos digitales más efectivos, definir cuándo usar emojis, cómo transmitir cercanía y qué recursos aplicar en contextos formales para asegurar claridad y empatía.


Ahora que la mayoría de las interacciones pasan por pantallas, cuidar el tono es tan importante como el mensaje mismo. No se trata de usarlos siempre, sino de entender que son parte del nuevo lenguaje con el que damos vida a nuestras palabras y que detrás del dispositivo hay personas intentanto interpretar lo que decimos.